Este lunes, la ciudad de Chilpancingo se paralizó mientras miles de personas se congregaron para despedir a Alejandro Arcos, presidente municipal, quien fue brutalmente asesinado y decapitado el domingo pasado. Su funeral, más que un acto de duelo, se convirtió en una poderosa manifestación en la que ciudadanos exigieron justicia y paz.
El velorio: un adiós íntimo y vigilado
El cuerpo de Arcos fue velado en la Iglesia de la Santa Cruz, en una ceremonia que inició en la madrugada bajo estricta vigilancia de la policía estatal. Durante las primeras horas, solo familiares y amigos cercanos tuvieron acceso a la capilla, lo que permitió un momento íntimo y solemne para despedirse del edil.
Pasadas las 9 de la mañana, el ambiente comenzó a cambiar. Funcionarios del Ayuntamiento, políticos de diversos partidos y ciudadanos de todos los sectores de Chilpancingo comenzaron a arribar al lugar para rendir homenaje. El ataúd, cubierto por un cristal, permitió a los asistentes contemplar por última vez a Arcos y ofrecerle su respeto.
Misa y homenaje público: un clamor por justicia
Al mediodía, una misa de cuerpo presente fue celebrada en la misma iglesia, acto que dio inicio a una jornada marcada por el dolor colectivo y las exigencias de justicia. Poco después, la procesión se trasladó a la Catedral de Nuestra Señora de la Asunción, situada en el corazón de Chilpancingo.
Más de tres mil personas se reunieron en el zócalo de la ciudad, abarrotando la plaza frente a la catedral. El ambiente, cargado de emociones, fue un reflejo del impacto que la trágica muerte de Arcos ha tenido en la comunidad. Gritos de «¡Justicia!» resonaron por todo el centro, mientras el cortejo fúnebre avanzaba con la multitud en su estela.
Chilpancingo se vuelca en su despedida
Uno de los momentos más conmovedores del recorrido fue la parada que hizo el cortejo en el Ayuntamiento, donde Arcos había trabajado hasta el día de su muerte. Decenas de empleados municipales y ciudadanos formaron un cordón humano, rindiendo un último adiós al alcalde que, para muchos, representaba una figura de esperanza en tiempos difíciles.
Durante el trayecto hacia el panteón de La Paz, los habitantes de Chilpancingo no se quedaron al margen. Las calles se llenaron de personas que, entre aplausos y lágrimas, despedían al presidente municipal, mientras continuaban exigiendo justicia para su caso.
El emotivo discurso de su esposa y el llamado a la paz
En el panteón de La Paz, donde se llevó a cabo el sepelio, el momento más significativo fue el emotivo discurso de Sandra Solís Peralta, esposa de Arcos. Frente a los asistentes, visiblemente afectada, hizo un llamado a la ciudadanía a no dejarse vencer por el miedo y a seguir adelante con la bandera de paz que su esposo siempre defendió.
«Alejandro siempre creyó en un Chilpancingo mejor, en una ciudad donde prevalezcan la justicia y la paz. No dejemos que su muerte sea en vano», expresó Solís Peralta, con la voz quebrada pero firme. El mensaje resonó entre los presentes, que una vez más rompieron en aplausos, alzando la voz por justicia y unidad.
Un legado de lucha y esperanza
El sepelio concluyó con un minuto de aplausos, un gesto que se ha vuelto símbolo de la resistencia ante la violencia que azota la región. La imagen de una multitud aplaudiendo al unísono, no solo fue un tributo al alcalde caído, sino también un acto de desafío ante la impunidad.
La muerte de Alejandro Arcos ha sacudido profundamente a Chilpancingo y ha encendido una chispa de unidad entre sus habitantes. El grito de justicia que resonó en su funeral no es solo por él, sino por todos aquellos que han sido víctimas de la violencia en Guerrero. Su legado, según palabras de quienes lo conocieron, será recordado como el de un hombre comprometido con su comunidad, que nunca dejó de luchar por la paz.
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